Esta vez fue por otra cosa… esta vez no fue ni de paseo, ni de vacaciones… esta vez fue a buscar, a encontrar, a relacionar… esta vez fue Piriápolis.
Esa Piriápolis que muchos la relacionamos solo con el turismo, con las playas y los cerros y no como una cuidad. Tuvimos que verla con una mirada distinta a la habitual, buscando esas cosas que la hacen ser una ciudad.
Detrás de toda esa fachada de cerros y playas se encuentra esa ciudad que durante todo el año esta activa, con sus trabajadores, sus estudiantes, sus niños, sus turistas… y todos con distintas exigencias para con ella.
A mi me tocó ver y recorrer como quien dice la Piriápolis clásica, esa que se nos viene a la cabeza cuando la nombramos o sea una Piriápolis turística, donde podíamos apreciar cerros, playas, casas de veraneo, terrenos libres, pero que también la conforman como ciudad.
Subir a ese cerro “san Antonio” por la calle “3” fue por algo distinto, pero con una vista hermosa, rodeado de palmeras que nos hacían subir solo con la miradas… pero el paisaje no fue siempre el mismo, siguiendo el recorrido de esa calle “3” llegamos al cruce con la “central”, ahí ya era todo muy distinto, habían dos tipos de paisajes… si mirábamos para arriba era algo como muy “selvático”, tan así que por la cantidad de árboles grandes y altos se hacia imposible ver la punta del cerro. Pero mirar por esa calle central hacia abajo era distinto… allá a lo lejos podíamos apreciar esa punta fría solitaria y tranquila en invierno, que para llegar a ella teníamos que caminar por esa calle de tierrilla que a su lado estaba lleno de casas de veraneo, grandes, cómodas, con jardines que nos daban la bienvenida a la tranquilidad del lugar.
Pero yendo para arriba la cosa era diferente, meterse en ese mundo de árboles que sin querer nos llevaba hacia arriba, a introducirnos a ese cerro para buscar un huequito para mostrarnos todo el paisaje que nos podía dar Piriápolis, y así fue… después de pasar árboles, yuyos, terrenos, casas que se mostraban nuevas ahí y muchas que están por venir… ahí encontramos algo, ese algo era una vista que nos llevaba hacia el este, pero a su alrededor seguían esos árboles, tapándonos “eso” que nos quería mostrar el “san Antonio” y así fue que seguimos buscando “eso”… “eso” era ese punto que nos dejara ver y disfrutar de lo que nos tenia el cerro para mostrar.
Hasta que por fin lo encontramos, ese lugar que nos dejo ver por un lado y a lo lejos el cerro pan de azúcar, por otro la punta del “san Antonio” y hacia el este franjas de una costa del plata interrumpido por esos enormes eucaliptos que querían marcar presencia.
Pero ahí estábamos muy lejos de lo que posiblemente veníamos a buscar de Piriápolis, va de lo que venia a buscar… ese piriapolis lejos del turismo y de la comodidad, ese Piriápolis como ciudad activa. Pero bue’, allí estábamos, prontos para bajar rumbo a esa “punta fría” que nos había dejado la interrogante de pasear esa calle central rodeada de casas…Y ya llegando a esa “punta” se podía apreciar esa rambla muy tranquila, solitaria… que nos pedía algo. Vaya a uno saber que… si era el movimiento que tiene la rambla “céntrica”, o el cuidado que por distintos golpes de la naturaleza y descuidos humanos la fueron llevando a estar como está…
Y ahí estábamos en la rambla de “punta fría” que para el oeste nos introducía en Piriápolis, con unos puestitos de pescadores, esperando que llegue el calorcito y la gente para empezar a trabajar. Y para el este nos llevaba hacia los medanos de san francisco, pasando antes por una serie de construcciones nuevas, como hoteles y grandes casas que se van adueñando de la zona.
Se terminó la recorrida, esa recorrida que nos dejo interrogantes, ideas, proyectos… esa recorrida que vaya uno a saber si se volverá a repetir… esa recorrida nos hizo aprender y conocer más de Piriápolis
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